En la web Libro de Notas pueden encontrarse muchas columnas de gran calidad, sobre diferentes temas . Hoy vamos a hablar de una sobre vídeojuegos, Mondo Píxel PG, y en concreto sobre una que toca un tema cercano a lo que discutimos en el blog estos días. Leedla y volved aquí, tanto si os gustan los vídeojuegos como si no. Hoy vamos a hablar de este videojuego:

Bueno, no del videojuego. De sus fans. De los fans en general. De los frikis. Cielos, odio a los frikis.
Castlevania (si no has leído la columna de Mondo Píxel que explica de qué va) es un juego clásico. Bueno, una saga basada en un clásico, en el que un héroe va a Transilvania y mata toda clase de bichos para enfrentarse a Drácula a latigazos. Durante mucho tiempo, los juegos de esta serie han vendido mucho y bien, probablemente porque la premisa es sencilla, la mecánica del juego requiere maestría y el diseño de los niveles es interesante. Como muestra el mayor éxito de la historia de los videojuegos (Super Mario Bros), un juego no necesita más que eso.
La última entrega de la saga no se ha realizado en Japón, sino en España, a cargo del estudio Mercury Steam. Parece que el resultado ha sido bueno. Esto podría deberse, como postulan los autores de Mondo Píxel, a que los videojuegos tradicionales están en crisis en Japón, porque la creatividad allí es lo que es, o podría ser por otra cosa. Eso me importa poco. Centrémonos en la reacción de los fans, particularmente esto:
Los fans ponen el grito en el cielo por la pureza perdida, porque “no se respeta la continuidad de la saga”. En este caso, no se respeta bien la historia de los Belmont: una familia que cada cien años deja lo que está haciendo para liarse a latigazos contra esqueletos y cabezas flotantes, recorriendo un castillo interminable para enfrentarse a dragones, monstruos de dar miedo, demonios varios y, finalmente, un Drácula que tira bolas de fuego del mal, o algo por el estilo. Fin. Si ustedes creen que ahí no hay nada respetable, no se preocupen: nosotros tampoco.
Yo tampoco lo creo. Pero así son los frikis. Y muchos frikis tienen algo más que un punto de narcisistas. Estilo sobre sustancia, incluso si no hay sustancia alguna.
Cada uno construye su identidad en base a diferentes cosas. Muchas son absurdas. Pero hace falta un fuerte rasgo narcisista puede llegar a construir tu identidad en base a una historia ficticia en un juego, libro, película, o lo que sea, en vez de en lo que haces. Porque por bueno que sea, no hay nada que respetar ahí.
Sin embargo, es una forma de construir una identidad. Primero pretendemos que aquello que nos gusta es algo profundo, que nos eleva y nos hace mejores que el resto, secundarios y masas sin lavar. Leer a Tolkien te hace más inteligente que ver el fútbol, está claro. Los vídeojuegos son entretenimientos creativos e intelectuales, no como ver a Belén Esteban.
Luego pretendemos que los creadores (o aquellos que versionan la obra del creador original) nos deben algo, que los fans tienen algún derecho sobre la obra, con ese concepto tan absurdo de «fidelidad a la obra» que se lanza de un lado a otro. Véase a los fans de Tolkien con las adaptaciones de El Señor de los Anillos (y la que viene de El Hobbit), o a los fans de cualquier grupo de música diciendo que con su último disco se han vendido (porque antes debían trabajar gratis), y que todo era mucho mejor en el primer disco. O a los trekkies indignados por la nueva versión de la saga Star Trek.
El friki, el fan, construye su identidad en base a la franquicia que adora, a la actividad a la que se dedica, al hobby que le consume. Los cambios son intolerables, por el cambio en sí que podría dejar obsoleta su identidad, y porque parte de su paquete de identidad es la superioridad del que lo ha visto todo y por tanto no puede sino sacar defectos porque la adaptación no es la obra original. El friki querría que sacaran continuamente más de lo mismo, que siempre fuera igual. Pero como su identidad se invierte en ello, paga igualmente por lo que dice despreciar.
Hace poco, Sánchez explicaba en una de las charlas mondopixeleras que el jugador occidental parecía un comprador de números romanos, dispuesto a justificar cualquier desastre de ojos grandes vendido a 70 eurazos, mientras llevara un nombre reconocible delante y un latinajo numérico detrás. Un día después, en una revista británica se encontraba una publicidad que, resumiendo, preguntaba al jugador: “¿Por qué pelear otra vez? ¿Por qué unirse de nuevo? El por qué es XIV”. El anuncio era del último Final Fantasy, una saga que no levanta cabeza desde hace una década y en la que ya no trabaja casi ninguno de sus creadores originales y que, curiosamente, vende mucho en Occidente y bastante mal en Japón, entrega tras entrega. ¿Y por qué? Pues ya lo dice el anuncio: el por qué es XIV. Y cuando hasta las campañas promocionales llaman idiota y compramierdas al público a la cara, nos parece más respetable la solución de Konami: coger a un puñado de tipos solventes que traten de hacer un juego digno, sabiendo que parten de un material original que tiene de compleja obra de arte lo mismo que una bola de demolición.
Las compañías de juegos, las productoras de Hollywood, responden a eso. Los títulos son cada vez más conservadores, más formulaicos, porque no puedes correr riesgos. Los fans dictan el camino de las franquicias, y es el camino de la extinción porque nadie nuevo puede entrar, nada nuevo puede nacer ahí. Los fans demandan más gráficos y más doblaje, que se come la mayor parte del presupuesto. Los juegos son más y más breves, menos tiempo de juego por el dinero pagado, pero se suple (se supone) porque se puede jugar (y competir) online. Pero ese es un mundo en el que, en realidad, sólo los frikis entran, y se aseguran de que sea muy muy hostil al que no es tan «hardcore» como ellos. Conéctate a XboxLive un rato y dime qué te parece.
El narcisismo es poco creativo, y estrangula la creatividad allá donde entra. El narcisista no rompe moldes, crea moldes y encasilla a todo y a todos en ellos. Hobbys que deberían ser por definición arriesgados, creativos y originales son mediocres y adocenados, lastrados por secuelas que van siendo cada vez peores. Y la culpa no es de los creadores. La culpa es de los que consumen el producto. En una sociedad cada vez más narcisista, la creatividad verdadera y el romper moldes (en vez de la transgresión de palo y de pastiche), es cada vez más difícil y más perseguida.
¿Lo peor de un hobby? Sus fans. Pero no se vayan todavía, en breve más. Narcisismo en el cole, los mineros de los que nadie se acuerda, Charlie Sheen cambia haciendo lo mismo, y mucho más. Esto no se acaba nunca.
Yo tenía un análisis parecido sobre la saga de Indiana Jones. Que si la cuarta película traicionaba la esencia del personaje. Vamos a ver, almas de cántaro: os molan la primera y la tercera, que básicamente son la misma película con los mismos malos y la segunda no la veis muy allá. ¿Qué «esencia» se puede construir con esos mimbres? ¿Qué constantes se pueden traicionar?
Pues nada, quieren que Indy se pelee con nazis una vez tras otra. Tanto es así que los soviéticos tienen que ejercer de nazis, y el resultado es regulero. Extraterrestres, vale, será mejor o peor, pero coño, el tipo ha descubierto el Arca Perdida, el Santo Grial y peleado contra tugs. ¿Alguien puede pedir ahí coherencia o realismo, coño?
Sólo quería aportar otro punto de vista sobre el tema de a quién pertenecen las obras, y no el de un fan, sino el de un creador. Por si puede fomentar algo el debate:
http://www.literaturaprospectiva.com/?p=6010
Bueno, pues respecto a castelvania uno de los problemas que se ha dicho, es que se ha adaptado a los «modelos actuales» osease un juego a lo «God of War». Y eso en cierta medida es parecido a lo que dices tu, se ha adaptado al modelo que «triunfa» que es «el mismo modelo de siempre» de cada temporada.
Por otro lado, respecto al juego OnLine, ahora intentan buscar formulas para los Hardcore Gamers (los frikis) y no para los «casual gamers» (la gente no friki). Algunos lo intentan equilibrar (por ejemplo blizzard con starcraft, o Leage of Legends de Riot games) pero por ahora no se ha encontrado una formula. A veces el hecho de que decantarlo hacia los Casual gamers puede destrozar el juego (eso paso con el StarWars Galaxies Online que era un muy buen juego) a causa de que se simplifico demasiado.
un buen lugar para ver articulos sobre esto (si buscas bien :P):
Link Gamasutra
@SuperSantiEgo: sobre la 4ª peli de Indy y la reacción de los frikis escribí aquí.
http://elblogdelemperador.wordpress.com/2008/05/24/indiana-jones-iv-ojo-destripamos-la-peli/
Pero vamos, que concuerdo contigo. Y yo amo las pelis de Indy.
@Tindri: bonito y bien escrito, pero no. Entiendo que no es tu opinión, sino algo que aportas por dar más puntos de vista (mola). Me parece una barrabasada populachera muy de moda estos días, de que todo el mundo tiene algo que aportar.
Yo me limpio el culo con la idea de que una obra deja de ser del autor cuando la pone ante todos. Eso es una forma muy populista de decir que es super cool que Internet esté lleno de slashfic contando como Hagrid y Harry Potter hacen un 69 porque oye, si miles de personas leen y escriben sobre eso, ¿qué derecho tiene el autor a decir nada? Me parece un dospuntocerismo de mierda, y además, por puro principio ético, algo que sirve para legitimar el narcisismo de los imbéciles que querrían ser autores me parece una mala idea. Pero el autor de ese texto es muy 2.0, y en Menéame(la) tendrá muchos fologüers, porque lo que dice es muy democrático.
Lo que dice sobre Lucas es una pollez, clara y simple. La 2ª trilogía no es una mierda porque una legión de fans apestosos lo digan, es una mierda porque son malas películas, con mal guión y mala actuación. Pero son suyas. Él ha invertido mucho tiempo y esfuerzo en hacerlas, y se las debe valorar por sí mismas, no por la opinión de unos tarados que creen que por ser consumidores tienen derecho a algo.
La gente tiene derecho a votar con el bolsillo. Si algo te parece malo, no lo compres. Pero no pretendas decirle a alguien que se moja y trabaja cómo tiene que hacer las cosas. No eres nadie por haber ido al cine, o comprado un disco. Eso es narcisismo puro.
@Marc: y se van a comer una mierda. Porque llega alguien con una chuminada como el Plants vs Zombies y se forran, porque venden sus juegos casi al mismo precio y les han costado 100 veces menos.
Ando jodida y escasa de tiempo pero luego volveré para desarrollar más. Sólo quería decir que más que de la segunda trilogía de lo que habla es de la edición de la primera 😉
Tanto da. Estamos en las mismas.
El problema, creo, que son los fandamentalistas. Los que quieren ver a Indy dando latigazos a Indy en vez de descubrir cosas extrañas en localizaciones exóticas, los que se quejan de la falta de Tom Bombadil en las pelis del SdlA (pero callan cuando faltan los woses). Los que creen que Metallica dejó de serlo cuando sacaron el «Load». Los que, en definitiva, no creen en lo de «renovarse o morir».
Si el autor ha hecho algo que te gusta, disfrútalo. Y si hace algo que no te gusta, quéjate. Pero no vayas de mujaidin porque hayas endiosado a un tipo como cualquier otro, y lo cubras de mierda por no darte lo que quieres. Lo pones en un pedestal (ya sea autor u obra) y cuando sigue ejerciendo de autor en vez de «esclavo» te pones a llorar.
Y que no se nos olviden las adaptaciones con el visto bueno del autor y abucheos de los fandamentalistas (véase Alatriste). Lo dicho, esto pasa por endiosar a alguien porque ha hecho algo que te gusta…
Anexo: La nueva trilogía de SW no me desagrada. No es ni de lejos mejor que la clásica, las actuaciones de según qué actores son un pufo, el aborto de caballo de Jarl Jarl Cuidadinx sobra, pero siguen siendo unas pelis de acción con un argumento nada retorcido y muy entretenidas. Que al fin y al cabo es lo que me interesa.
«(…) Los que quieren ver a Indy dando latigazos a Indy en vez de descubrir (…)»
Quise decir «latigazos a nazis», perdón. Mira que lo repasé para evitar estas cosas, y se me escapó este gazapo… Perdón.
Hombre, tú que eres psicólogo supongo que conocerás esos estudios que dicen que algunas de nuestras experiencias a temprana edad nos «troquelan»: lo que vemos y leemos alrededor de los doce años o así se convierte en nuestro particular canon y cada vez que lo rememoramos flipamos por colores.
El friki extremo e irracional quiere recuperar esa sensación, porque no acepta que él ha cambiado. Yo sé que si veo una película flipante ahora no me puede impresionar como cuando de pequeño salía eléctrico de ver pelis de monstruos japoneses del cine, que suelen ser malas de pan pedir y completamente predecibles. Yo vi la falsa película de Mazinger Z en imagen real de niño y casi me da el síndrome de Stendhal, pero me niego a verla ahora, igual que vi un par de capítulos de la serie y pasé, porque prefiero quedarme con el recuerdo. Incluso ahora dudo que consiguiese verme el combate entre Son Goky y Freezer, que duró un mes y si uno lo piensa entiende que es un puro timo.
Por eso en su momento propuse el concepto de frikismo cartesiano: entusiasta, pero racional, y como una forma de reflexionar sobre esos fenómenos culturales y relacionarlos con otros fenómenos que suelen considerarse de más empaque. Pero vamos, como pedirle peras al olmo.
A mi lo de frikismo cartesiano me parece bien porque creo que uno puede ser entusiasta de cualquier cosa sin dejar de usar el lóbulo frontal.
Yo estuve hace poco en un concierto de Manowar, y fue una mierda de colores. Un timo. Pero incluso si no lo hubiera sido, si hubieran tocado un buen repertorio sin hacernos perder el tiempo y demás, lo cierto es que Manowar son un grupo de descerebrados que hacen siempre la misma puta canción de espadas y sangre y hostias, y que tienen la madurez intelectual de un instituto de adolescentes después de un maratón de Conan. Y molan, y me gustan, y disfruto con ellos, pero no me invento justificaciones para la pollez que son.
El Señor de los Anillos es mi libro más favorito, y soy el primero que dice que las 200 primeras páginas son un tostón, y que Tom Bombadil es un aborto de Satán. Y me quedo tan pichi, porque la enorme alegría que me aporta el libro no me ciega a sus defectos. Yo no quiero que las cosas sean perfectas, quiero que estén bien y tengan sentido. Los fallos son perdonables.
Pero para los frikis no. Para los narcisistas sólo la perfección es válida, y por eso te los encuentras protestando a la salida de una peli histórica porque «todo el mundo sabe que los gladius romanos de caballería eran más largos que los que se ven en la primera batalla de Gladitor» (anécdota verídica). Lo que importa es el detalle nimio que mancha la perfección absoluta de la secuela / adaptación / lo que sea y que les permite afirmar su identidad de expertos.
Yo traté de volver a ver Mazinger Z hace unos años y casi me da un aneurisma del truño que resultó ser. Ni hablar de Dragon Ball o Caballeros del Zodíaco o mierdas de esas. La vida es muy corta y si quiero matarme neuronas, me daré a las drogas.
Algunas veces lo he hablado con un amigo y sí, es ese concepto enfermizo de «pureza». Pero no sólo se da en el entretenimiento. Es que hay gente que va más allá. Hay tipos que el hecho de tener que utilizar un Windows en el trabajo o donde sea por necesidad, les da urticaria, lo somatizan y se ponen a quejarse como si a los de alrededor les tuviese que importar una mierda sus manías.
No en vano las pijoterías informáticas son exactamente especulares con la de las subdivisiones musicales o los frikismos. Las famosas Holly Wars entre distintos editores de Linux u otras chorradas de la informática no es ya que sean de interés antropológico o sociológico, sino que debería ser carne de psiquiatra. Y lo peor es eso: que se creen que esas idioteces son importantes y trascendentales, pero desprecian a los que, de forma mucho más sana y constructiva, tienen aficiones como el fútbol, y que en muchos casos no los obsesionan ni de lejos tanto como esas manías.
Mmmm… no termino de verlo compañero.
Lo que vienes a decir es que los frikis consumen. Como todo el mundo.
Que consumen muchas veces sin criterio. Como todo el mundo.
Que, como consumidores prioritarios, las franquicias suelen hacerles caso y sacar cosas de cada vez peor calidad. No es tampoco ninguna novedad ni los frikis ni las empresas que se nutren de su consumo tienen la exclusiva de esto.
Los títulos: Son conservadores… o no. Ciertamente que el mundo del videojuego ya no tiene la frescura de antaño, pero tampoco la tiene el cine o la música. Y, aunque pocos, siempre hay personas dispuestas a ser innovadoras. Lástima que pocos públicos deseen eso. Luego vuelvo sobre esto.
Por otro lado tampoco concuerdo con los autores de Mondopixel acerca de lo que dicen acerca del consumidor de videojuegos occidental. Desde mi estrecha percepción digo que llevo muchos años jugando a videojuegos y conociendo gente que también los juega y aún no he conocido a ningún comprador de números romanos. De hecho todo lo contrario: me he encontrado con una mayoría de personas que no compran un videojuego que no les guste de verdad. Prueba y fuera, prueba y fuera, prueba y con este me quedo. Aunque imagino que su opinión estará más fundamentada que la mía aplicada a grupos humanos.
Y eso de echar la culpa al consumidor y no al creador no lo compro, y me extraña que lo digas. Pobres creadores sí… pobrecitos ellos, qué mal se lo hacemos pasar los consumidores. Y un carajo. Pero como el edificio de aguas de Barcelona de grande. El primer Commandos fue un exitazo a nivel mundial, español, inesperado y original. Neverwinter Nights tanto de lo mismo salvo por lo de inesperado y español. Diablo aún sigue en el imaginario de todos, incluso de los que no lo han jugado y sólo conocieron la magnífica segunda parte. Hay otros títulos no tan mayoritarios pero igualmente magníficos como Dungeon Keeper o gran Grim Fandango (canto del cisne de Lucas Arts, una pena). Cuando un producto es bueno, original y sale en el momento preciso, la gente lo compra. Mucho. Muchísimo. Pero, si bien ese mercado es duro de narices y hay creadores que necesitan sacar productos comerciales para financiar los productos de riesgo (creativos vaya), también hay creadores que se dedican a vivir del crédito de una magnífica primera entrega y luego van sacando secuelas como quien hace chorizos (las sagas King Quest y Space Quest, Final Fantasy, Heroes of Might and Magic…) que no ofrecen nada nuevo. ¿Y la culpa es sólo del consumidor? Ni en broma.
Insisto, no termino de ver por dónde quieres ir con esta entrada. Los frikis o fans son (o somos) criticables por muchas conductas, pero aquellos a los que criticas con acierto desde un punto de vista psicológico son los narcisistas extremos de entre los frikis. O los «fandamentalistas» que tan acertadamente ha descrito Dan-Solo. Un grupo reducido, IMHO, y por lo tanto poco respresentativo. La mayoría de los fans no dejamos de ser consumidores con algún que otro apetito más voraz que la media y con cierto criterio acerca de lo que es bueno y lo que no lo es.
No sé, no me termina de convencer.
IMHO y desde mi POW, no creo que Imperator vaya por donde crees. Lo que pasa es que dentro de las dinámicas sociales las minorías ruidosas son las que se suelen llevar el gato al agua. Los fandamentalistas son como los Tea Party: cuatro gatos, pero arman tal barullo y es tal su nivel de exigencia que parecen muchos más, y llegan a tener una influencia mayor de la que se merecen: son los que dan la vara en blogs, los que no dejan de mandar cartas y los que se erigen en representantes de una masa a la que pretenden dar voz y que en realidad es muy posible que no tenga ni de lejos esas críticas ni ese nivel de fanatismo: les gusta, no le gusta, lo compra o no y ni hace un drama de ello. Es un ejemplo clásico de «demanda social desproporcionada», y de asimetría participativa. Eso es lo realmente criticable, y lo que hay que atacar.
Desde otro punto de vista yo llego más lejos, y me parece que en gran medida estos extremismos culturales de tipo tribal, como los fanatismos musicales, las holly wars informáticas o tantos extremismos basados en el puro irracionalismo no son sino válvulas de escape. A veces me pregunto si en una sociedad donde ya no es políticamente correcto ser racista u homófobo estamos reproduciendo los mismos patrones literalmente en cosas realmente nimias.
Héctor, Santi lo resume muy bien: mi artículo va por la minoría ruidosa que yo entiendo por frikis.
Mira, la mayoría de fans de cosas somos tú y yo. Nos entusiasmamos, compartimos nuestro entusiasmo con otros, y a veces nos quedamos hasta las 3 de la mañana discutiendo de polladas como el color de los gorros de los enanos de El Hobbit. Y está bien. Somos gente celebrando un interés que tenemos, como el que celebra su amor por el fútbol yendo a un bar a ver un partido con más gente. Pero en el fondo sabemos que no es más que una afición, y que no es nuestra identidad.
Y luego están los que construyen su identidad en torno a eso. Y como dice Santi, esos son los que meten ruido y salen en la foto y acaban influyendo en la publicación de títulos.
Coño, tío, tú y yo hemos hablado de esto a raíz de la primera expansión de WoW y cómo se notaba que la habían hecho con los hardcore en mente (como que nada más entrar en Outland te dan a Excalibur y Stormbringer por llevar un paquete de tabaco al vecino), cuando la mayoría de la gente es jugadora casual. A eso me refiero.
Santi: lo mismo tienes razón. Eso merece más reflexión.
Vaya, error mío, no he sabido contextualizarlo.
Por otro lado sería interesante averiguar cómo es posible que esas minorías sean tan influyentes, que ciertamente lo son. Tal vez las franquicias les valora como transmisores («tronco, tienes que probar esto, es la OSTIA») y publicistas gratuitos… el ejemplo del WoW (pocas se puede observar la evolución de un juego tan de cerca como en un Online masivo) viene de perlas.
O tal vez sea que siempre conviene tener a la minoría vocinglera de tu lado.
Un saludo!
PD: Eso de las válvulas de escape tiene una pinta estupenda.