Según parece, una serie de personas famosas (fundamentalmente mujeres, lo cual es importante como veremos más adelante) han visto cómo una serie de fotos suyas de naturaleza sexual han sido robadas y difundidas por internet. La única que me sonaba es Jennifer Lawrence, pero eso es lo de menos, quién o quiénes sean. Lo interesante es otra cosa.

En este asunto se ha dado un proceso similar al que ocurrió en el asunto de la chica que denunció una agresión sexual múltiple en Málaga, y más aún parecido a lo que ocurre con toda la trama Bárcenas, donde presuntamente la mayor parte de la cúpula del PP ha cobrado sobornos (no sobresueldos, sobornos) procedentes de donativos irregulares de empresarios, y curiosamente nadie parece tener el menor interés en denunciar, juzgar o investigar al sobornador: sólo al sobornado. Recordemos una cosa: aceptar sobornos es delito, pero es más delito ofrecerlos.
Del mismo modo, en el caso de la chica de Málaga se han leído toneladas de tonterías salpicadas del mismo machismo repelente que impregna el caso que nos ocupa de las fotos robadas: básicamente, que la responsabilidad en la comisión de un delito (presunto en el caso de Málaga, dado que parece que no se encontró motivo para proceder al juicio) es de la víctima, no del delincuente. Que si no quieres que te violen, no debes vestir de cierta manera, o salir a ciertas horas. O no te debe gustar el sexo, porque según una de las hipótesis la chica podría haber tenido relaciones consentidas y luego haberse arrepentido, lo cual la convierte en una zorra y hace bueno cualquier cosa que la pandilla de chicos decidiera, desde obligarla a continuar con el sexo a subir el vídeo a Internet.
Del mismo modo, en el caso de estas actrices o famosas o lo que sean, el problema no es que haya habido un robo y una divulgación ilícita de material privado: el problema es que estas personas, en su intimidad, decidieron hacerse fotos eróticas para ellas mismas, sus parejas, o lo que fuese. Por lo visto eso legitima el robo, de acuerdo con la mentalidad de muchos apologetas del mismo. Seguramente estas mismas personas no dirían lo mismo si el ladrón hubiera entrado en casa de las mujeres, robado las fotos de una caja fuerte y luego las hubiera enviado a los periódicos, pero esto es Internet, la maravillosa tierra del todo gratis y el porque yo lo valgo y claro, un robo no es un robo si me la puedo cascar con ello, ¿no?
Dudo que la misma reacción de justificar el robo se hubiera dado si las víctimas fueran hombres.
Recordemos una cosa: todo el mundo (sí, los famosos también) tiene derecho a la intimidad. Y en esa intimidad tienen (tenemos) derecho a hacerse las fotos que deseen, como deseen: desnudos, practicando cualquier actividad sexual, o vestidos de lagarterana. Y esas fotos que son privadas nadie tiene derecho a robarlas y difundirlas, ni está justificado en caso alguno, ni porque sean personas públicas, ni porque hayan salido desnudas en películas o fotografías públicas (donde estas personas libremente aceptan posar desnudas), ni nada.
Y último, y es lo más importante: esas fotos son un producto robado. Si te pones a verlas, eres un cómplice de los ladrones. Uy, sí, ya, soy exageradísimo. A ver si hay suerte y un día alguien cuelga las fotos de tu hermana, a ver si te hace gracia que todos tus amigos las vean y pinchen en los enlaces. A ver entonces tu retórica dónde queda.
E impagables, por supuesto, los comentarios de gente que dice que chicas como Jennifer Lawrence están gordas y que están por debajo de ellos. Probablemente no se les haya acercado una chica así en la vida, pero el cuñao no es nadie si no trata de quedar como el aceite.
Claro, técnicamente es cierto que la única manera 100% infalible de que no haya fotos tuyas desnuda circulando es no hacerlas nunca. Pero es que esa no es la solución: la solución es tratar los robos como robos, y entender que lo que la gente hace en su vida privada sigue sin ser de tu incumbencia porque lo hayan subido a internet.
Totalmente lógico, peor es que esa gentuza no sabe lo que es la lógica.
Sí lo saben. Para los demás. Para ellos rigen otras cosas. Por eso decía lo de sus hermanas.