
Yo tenía idea de escribir otro post (que está a medias), pero vi esta imagen en el blog de La Mosca Cojonera y me dio tal ataque de orquitis que tuve que ponerme a escribir. Y además, se relaciona guapamente con la serie de entradas que voy llevando. No voy a explicar aquí por qué escribir reduce mi orquitis.
El otro día, mientras volvíamos de nuestra primera sesión de espeleología, tuve una interesante discusión con el Marino. Discutir con el Marino es genial porque discute mucho mejor de lo que él se cree, y más de una vez he salido de hablar con él con una grieta en mis sólidas e inamovibles convicciones. Grieta que a veces puedo emplastar y que otras (más de las que él cree) me hace tirar el edificio abajo y reconstruirlo. El tema no es relevante para este post, aunque probablemente lo trate en breve, y será una de estas entradas mías famosas para hacer amiguetes.
La cuestión es que el Marino en un momento dado se arranca con una versión de este argumento. Argumenta que determinada postura mía es opinable. El problema es que no lo es, porque es un dato frío y simple: X personas mueren al año por esta razón.
El Marino no lo dice porque sea tonto, malintencionado o algo así. Al contrario: es un tipo listo, honesto y moral. Pero lo que él dice refleja el signo de los tiempos, y en la era de la Identidad es esto:
No importa lo que yo hago, sino quién digo que soy.
Si pensáis «Eso es narcisismo», bien pensado.
El caso es ese: esta idea se ha impuesto tanto en nuestra cultura que ahora un asesino, un ladrón, un criminal de cualquier clase puede esconderse detrás del todo es opinable. No importa cuánta gente es dañada por mis acciones o mi falta de acción, importa quién digo que soy. Si lo digo lo bastante (y vendo bien mi marca) entonces eso es verdad, porque no existen las verdades absolutas y las cosas pueden ser lo que yo quiera. Y además, gracias a que el narcisismo es, probablemente, la enfermedad de nuestro tiempo, todo el mundo comprará esto, porque todos quieren que las cosas funcionen igual cuando a ellos les pongan en la picota.
¿Es el Marino un narcisista? No, no lo creo para nada. Si alguien se acerca a la antítesis de ello es él, y tiene sus propias historias. Pero las opiniones del Marino son hijas de su tiempo (como las de todos, a no ser que ejerzas un cuestionamiento feroz), sólo que mejor expresadas y argumentadas que la mayoría. Y por ello más fáciles de sopesar y analizar.
Una cosa es aceptar que existe una gran subjetividad y muchas cosas que no sabemos, y otra que no existen verdades absolutas. Existen, y existen a cascoporro. Hay muchas verdades absolutas. Se llaman datos, y es algo que es necesario conocer, aunque a veces nos escuezan porque tumban nuestras queridas opiniones, o porque amenazan nuestras preciosas identidades.
Cada vez que decimos «bueno, es que cada uno tiene su verdad» estamos diciendo por un lado una gran obviedad, y por otro una gran mentira. Es obvio que cada persona percibe la realidad de modo diferente. Es falso que eso implique que no podemos conocer la verdad común, que a menudo requiere, simplemente, recabar más información y opiniones que las nuestras propias. O sea, luchar contra nuestros sesgos de confirmación.
Cuidado con los relativismos: son la herramienta de los narcisistas.
Definitivamente, ¿dónde hay que escribir para pedir un póster tuyo para el salón?
(y si esto engorda tu narcisismo, mala suerte :P)
Lo engorda, claro 🙂
Saber que alguien comparte algo que piensas es agradable, pero no es narcisismo. Es puro instinto gregario.
Otrosí, es probable que pensaras menos majamente de mi si hubieras estado en la conversación. Por otro lado, manejas bien esa clase de desacuerdos.
Suscribo lo que dice Eleder. Me está encantando la serie de «Tu propia narrativa» 🙂
Y sí, las cosas que dices a veces pican, pero es que a veces hace falta que te digan cosas que pican para moverte 🙂
Un abrazo
¡Pide un aumento de sueldo!
Me alegro (con esa sensación de movimiento de meninges) de haberme cruzado con este sitio. Y por el mismo precio mi orquitis ya tiene nombre 😀
Gracias.