
El otro día se celebró en la Monumental de Barcelona la que será (salvo que paso algo sorprendente) la última corrida de toros en dicha plaza y, probablemente, en Cataluña, ya que el año que viene entra en vigor la prohibición de hacer corridas de toros por estos pagos. Bueno, de hacer corridas sí, pero de putear a los toros no, porque cosas como los correbous siguen gozando de buena salud. Por lo visto prenderle fuego a las astas del toro y hacerle correr de un lado para otro no es torturarlo, si bien es cierto que la tradición del festejo exige que al toro no se le mate. Algo es algo, aunque no sé si supone una gran diferencia con la parte en la que el animal sufre. Pero eso es tema para otro día, aunque tenga sus paralelismos con lo que nos ocupa hoy. A fin de cuentas, los que se oponen a esas fiestas son tan agredidos por los seguidores de la «tradición» como los que se oponen a las corridas, a que maten a un toro a lanzazos, o a que tiren cabras desde un campanario.
La cosa es que ayer hubo manifestaciones y concentraciones antitaurinas frente a la Monumental, y como era de esperar hubo gritos, hubo insultos y a alguno se le calentó la mano. No llegó la cosa a mayores, pero me dio que pensar.
Hay una cosa que me llama poderosamente la atención de la mayoría de protestas que suceden hoy día, sean protestas contra los políticos, los bancos y los mercados, a favor del medio ambiente o en contra de los toros: cada vez creo más que lo importante es salir en la foto y que el objeto de disputa o más aún, la consecución del objetivo, es irrelevante. De hecho y en muchos casos, los manifestantes no saben ni a favor o en contra de qué se manifiestan. Esto no es exactamente nuevo.
Hace unos años, Rapun y yo estábamos en casa viendo un episodio de Bullshit! de Penn & Teller, una más que recomendable serie en la que estos dos ilusionistas y escépticos se dedicaban a poner a caldo a magufos y farsantes y a desmontar diversos mitos, incluyendo algunos no relacionados con el esoterismo o las pseudociencias, como por ejemplo demostrar que el agua embotellada es absolutamente una estafa. O, como en el capítulo que nos ocupa, el ecologismo de palo.
Penn y Teller se desplazaron hasta una manifestación de un grupo de ecologistas que protestaban acerca de la deforestación en general y culpaban a la industria maderera de todos los males de la especia humana desde que un homínido cogió un palo para atizarle a otro. E hicieron una cosa muy sencilla: preguntaron a diferentes manifestantes acerca de por qué se manifestaban, para que explicaran exactamente en qué consistía el problema de la deforestación y por qué los árboles eran tan importantes.
Nada sorprendentemente, ninguno tenía ni puta idea. Pero es que ni zorra. Pero ser ecologista es una postura socialmente aprobada, y la gente que quiere militar en algo gravita hacia posturas fáciles de apoyar, aunque no las entienda, aunque la manifestación no haga nada por conseguir las metas de la causa, o aunque las demandas no tengan sentido. Por supuesto Rapun, bendita sea, planteaba algunas objeciones válidas como que sin duda los testimonios podían haber sido seleccionados para apoyar la tesis del programa, ya que Penn & Teller son humanos y por tanto sujetos a sesgos como todo hijo de vecino. Posiblemente tuviera razón, pero aunque hubiera algunos manifestantes que fueran capaces de explicar los argumentos que apoyaban su posición parece que (a) eran una minoría muy minoritaria y (b) no hace menos cierto que en una manifestación hay siempre una mayoría de cuerpos que en realidad lo que hacen es, simplemente, construir una imagen para sí mismos por el proceso de definirse a favor / en contra de algo.
Había olvidado este episodio hasta que el movimiento 15 – M y otros similares me lo han traído a la mente. Porque había algo que me incomodaba de todo ello y no sabía cómo ponerlo por escrito, como articularlo.
Aquí hay un vídeo muy simpático que ha dado muchas vueltas y ha causado mucha furia internetera, que como todos sabemos es muy importante.
[youtube=http://youtu.be/moD2JnGTToA]
En este vídeo un grupo de personas se manifiesta en Wall Street contra la tiranía de los mercados y la gente que ha ganado mucho dinero a costa de las malas elecciones de aquellos que protestan. Una chica que se manifiesta y está encarada con la policía recibe una rociada en la cara de un espray de pimienta o similar. Gran escándalo a continuación.
Todo esto es una farsa. No hay riesgo, no hay ni siquiera una expectativa real de cambio. Este juego existe exclusivamente para que los manifestantes se cuelguen la chapita. No hay más. Todos saben que en realidad, es una actuación. Lo cual es válido, es su tiempo y lo usan como quieren. Pero desvirtúa y vacía de contenido la idea de rebelión. ¿Si no logras un cambio, para qué lo haces? O, si ya lo has conseguido – como es el caso de los toros en la Monumental – ¿por qué seguir?
¿Lo haces «para crear conciencia y llamar la atención»? Por favor. ¿Crees que alguien que viva en España no sabe lo que pasa en un ruedo? ¿Nos vas a abrir los ojos con tu camiseta pringosa de sangre falsa? ¿Crees que hasta que no empezaste a repetir consignas como un loro frente a la Bolsa de Wall Street nadie sabía que allí se especula con dinero? La única cosa que me ha llamado la atención es lo molesta que llega a ser la gente que no tiene ni idea de lo que habla.
En realidad no se espera conseguir nada, no hay nada que conseguir porque todo esto es branding y nada más. En el 15M la (mayoría de la) gente no sabía ni sabe lo que quiere, aparte de repetir generalidades y vaguedades como «un mundo más justo» y cosas vacías de metas y contenido. Porque no se consigue nada así, sino mediante (a) acción política concertada dentro del sistema o (b) litros de sangre en la calle y guillotinas. ¿No me creéis? Estupendo. Citad un precedente histórico, uno. Porque miles de años de historia dicen que lo único que se consigue en estas acciones es figurar en los libros de historia. Claro que quizá eso es lo que se busca.
Los antitaurinos ya habían ganado. Las corridas dejarán de ser legales en meses y nuestro dinero se gastará en compensar a los empresarios que ya ganaban dinero con las subvenciones de un negocio que ya era ruinoso. En un informativo en TV3 entrevistaban a un vecino cuyo balcón domina la plaza, y el hombre contaba que, salvo en alguna ocasión muy rara, la plaza hace años que suele estar prácticamente vacía, igual que las iglesias. A los toros ya no va ni Dios porque es un coñazo de festejo que no interesa a nadie, y menos en estos tiempos de absorber tradiciones según su molonidad y tener la identidad que Steve Jobs o el tecnogurú friki de turno nos diga. Recordad, celebramos San Patricio (qué bonito ver a los de Guinness forrándose a costa de nuestro guanabismo, como diría SuperSantiEgo) o el 5 de Noviembre desde que los frikis vieron V de Vendetta. Nos da igual 8 que 80.
Así que la protesta del otro día no tenía sentido ni finalidad. Ni la de Wall Street. Ni muchas de las acciones del movimiento indignado. No hacía falta ir a la Monumental a vocear las consignas frente a una gente que ya había perdido, porque no se iba a conseguir nada. Pero había que ir para salir en las fotos, para decir «yo soy antitaurino» y colgarse la chapa. Y con suerte, que a algún aficionado se le suelte la mano y te de una hostia, y entonces sí que ganas más puntos de Reputación, tu identidad es más sólida.
Pero a la prensa le encanta. A los políticos les encanta, porque les legitima sin producir ningún cambio real. Aguirre dice que los indignados enmascaran un golpe de Estado. El PP ya anuncia la masacre que va a hacer con el Estado del Bienestar que tanto nos ha costado, y ellos van a ganar las elecciones mientras en la plaza frente a mi casa hay asambleas casi cada día con gente con megáfonos y ninguna meta. Eso debería bastar para hacer reflexionar a los indignados de que a lo mejor hay estrategias más eficaces y mejores para lograr tus metas. Pero no se trata de reflexionar. Se trata de figurar.
A mi no me gustan los toros. Me alegro de que acaben las corridas, y me alegraré más cuando dejemos de subvencionar con dinero público un negocio ruinoso que sólo es capaz de tirar porque el dinero lo pone el Estado. Pero esto es una farsa.
Me gustan los articulos tan documentados como este, que citan a los correbous cuando realmente se están refiriendo a los bous embolats…
Por supuesto, también tienes cosas como el capllaçat donde se ata al toro por los cuernos y se le arrastra. Estoy seguro de que el animal lo pasa super bien. Y otras variantes de correbous donde el toro también debe disfrutar enormemente.
Además de eso, se nota que no te has leído el artículo más allá del primer párrafo. Bien por ti 😉 Es un párrafo más de lo que leen muchos.
@Agape: los toros embolados se considera un tipo de correbous. Es lo mismo que correr un toro o vaca, pero a oscuras y con los cuernos en llamas. Eso lo sabe cualquiera que haya estado en uno y hasta viene en la Wikipedia.
Pues niquelao. Como he dicho muchas veces con todo esto, las manifas se han convertido en el substituto de hacer la mili como fuente de anécdotas. La generación pasada corría delante de los grises sabiendo por lo que protestaba y lo que quería. Ahora la gente se encara a los antidisturbios sabiendo que son gente en tensión y con muy mal café, exponiéndose al martirio, y lo que es más importante, con un amigo subiéndolo directamente a youtube a ver si hay suerte y cae una hostia y, eso ya es el orgasmo internetero, tu vídeo lo pone Escolar o Kurioso. Dicen que los antiguos cristianos también iban cantando al coliseo a que se los comiesen los leones. El día que haya una revolución de verdad se sale a la calle, pero una persona con dos dedos de frente va en dirección contraria de donde están los antidisturbios precisamente para no recibir por casualidad la hostia que se merece el menda que se cree un héroe por provocar a quien no es más que un marichi de ese poder que se supone que desafía. A este paso la mani con antidisturbios se va a convertir en otro jolgorio juvenil más, como el botellón.
La rebelión no es ya sólo una forma de construir la propia identidad como antialgo, como opuesto a un mal que si no existe se inventa, como hacen los dospuntoceristas recreando en el vacío el mito fundamental cyberpunk, sino que además se ha integrado perfectamente en la sociedad del espectáculo poblado de putas de la atención y del karma. Efectivamente es algo en lo que soñar, de lo que hablar, de lo que repartir consignas, de lo que tuitear airadamente, y poner comentarios en los blogs de las estrellas del asunto que se van haciendo un currículum a costa de la demagogia vacía del «fight the powa». Pero tener cuatro ideas claras y sobre todo darse cuenta de que uno ha dejado de ser parte de la masa alienada y manipulada para formar parte de otra masa alienada y manipulada, ni mijita.
Gracias por citarme, primo.
La contraposición a esto seria el movimiento por la dación en pago, ya que se mueven con un objectivo concreto que es la dación en pago de la vivienda en el caso de las hipotecas, aunque este paralizado y saboteado por el 70% de los políticos. ¿no?
Santi: eso del heroísmo chachi piruli de desplazar el objetivo del corrupto al policía lo trataré en la siguiente entrada. Pero estoy del «fight da powa / da man» hasta más arriba del pene.
Marc: podría ser, porque tienen una meta definida que no consiste en posar.
http://politikon.es/materiasgrises/2011/07/05/dacion-en-pago-equivale-a-hipotecas-caras/
http://politikon.es/equilibriosocial/2011/06/28/reforma-inmobiliaria/
La dación en pago no es sino una modalidad, con sus ventajas e inconvenientes. El movimiento de pedir la dación en pago como solución a todos los males no es sino otro ejemplo de lo que dice Imperator: hablar de lo que no se sabe y proponer soluciones que tienen más que ver con el pensamiento mágico e infantil que con una mente bien estructurada. En los Estados Unidos existe la dación en pago, y eso no ha evitado que miles de personas se queden en la puta calle, los bancos hayan quebrado guapamente, cosa que no ha ocurrido en España, y que en general se hayan comido un mojón así de grande.
Mientras todo funcionó, mientras todo el mundo iba con el culo hecho gaseosa especulando al comprar pisos en plano para luego revenderlos por más precio, a todo el mundo le parecía bien que el sistema actual, que substituyó a lo que existía antes, que si se vuelve a instaurar supondrá que para empezar a hablar de una hipoteca el banco te pedirá una entrada de 50.000 luros, muy fáciles de ahorrar con nuestra productividad que supone sueldos de mierda y nuestra nula capacidad de ahorro porque hay que comprar el iPad nuevo, viajar una vez al año a niulloooor y vivir como un perfecto y descerebrado adultescente. No darán una hipoteca a nadie que no lleve en la misma empresa un porrón de años y que además no tenga un buen sueldo. Justo lo contrario que pasó hace unos años, cuando a cualquiera con un sueldo de un trabajo temporal le daban lo que querían. Los años de la burbuja inmobiliaria por eso se llaman los años de la cocaína. Ahora la gente dice que no sabía (dónde / lo que) se metía, la culpa de mis problemas los tiene la sociedad, que no informó de los riesgos de lo que hacía. Y una mierda: lo que pasa es que mientras duró y se lo pasaron bien no quisieron oír hablar de las consecuencias y los que advertían de los peligros eran unos tristes y unos agonías. Ahora las consecuencias que las paguen otros.
La dación en pago en sí no es mala. Si se restaura, pues listo, sólo cambian las reglas del juego. Pero el otro día me dieron una octavilla por la dación en pago retroactiva, que refleja lo que tienen dentro de la cabeza algunos del 15M: mierda, o en el mejor de los casos, nada. Hágase justicia, así se acabe el mundo. Sólo conlleva cargarse la validez de los contratos civiles y la seguridad jurídica, y en el caso de que sobreviviéramos la destrucción para siempre de la confianza en el sistema financiero. Naderías. Y con el sistema financiero no me refiero a todo el entramado especulativo, sino a una honrada persona que quiere poner una charcutería en su barrio y necesita un crédito. Los bancos no sólo son unos tíos con cuernos y rabo, sino también el que ha estado trabajando toda su vida sin hacer daño a nadie y tiene ahí guardados sus ahorrillos esperando que le den unos intereses cutres que no llegan a compensar la inflación.
Aunque claro, igual puede poner una página en internet y acudir al crowdfunding…
Cuando yo empecé la universidad, se empezó a hablar de la LOU. En mi segundo año, comenzaron las grandes protestas, y sólo acudí a una porque el cachondeo que vi allí era impresionante: banderas soviéticas, pantomimas… Las posteriores fueron peores, según una amiga la peña se manifestaba con una litrona en la mano. Asimismo, mis condiscípulos cogieron la costumbre de que la hora de física era “la hora para hablar de la LOU” y aprovechaban para no ir a clase. Aunque esto último es más bien el estilo español.
http://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_rumana_de_1989
Además de las revueltas árabes de hace poco.