Si yo fuera una casa de Westeros, mi lema sería «Siempre tarde y mal», con lo que es hoy cuando os felicito las fiestas a todos los que seguís este blog, y os deseo una muy buena entrada de año este 2020. Que os lluevan los reforzadores y desarrolléis patrones de conducta adaptativos de manera positiva (no todas las adaptaciones son buenas), y recordad que, gracias a la fantástica política de este país, ahora es fácil mantenerse bien hidratados gracias a la abundancia de lágrimas de facha, que vamos a tener los embalses que dará gloria verlos. El día 5 de enero va a haber inundaciones.
Como es tradicional, paso un kilo de hacer resúmenes del año. Como bien dice mi compañero Ricardo de Pascual, somos una cadena funcional en continuo desarrollo y poner líneas de corte es arbitrario. Ha habido cosas magníficas y he conocido a gente maravillosa que ha entrado en mi vida, ha habido cosas que no han molado nada y también son parte de la vida, me he divertido mucho y he tenido y realizado montañas de trabajo. En realidad, no tan diferente de cualquier año. Sólo espero que los aprendizajes de este se generalicen bien al próximo, y vaya incluso mejor. No pido no tener problemas, sólo resolverlos bien.
Lo más decepcionante, en realidad, es que en los años 90, cuando jugábamos a rol, el año 2020 era el futuro. Un futuro como el de Cyberpunk 2020, de brillantes colores y pulidos cromados, con vehículos voladores, ciberimplantes, lucha social y espacio. En vez de eso parece que vivamos en una especie de distopía diseñada por gente del Juan de Mariana, con la calidad literaria que puedes esperar de una mancha de contables que no han doblado el lomo en su vida. Por eso las predicciones y el futurismo son tan absurdos. El futuro nunca se parece a lo que imaginamos.
Que tengáis un Feliz Año Nuevo, y una larga y próspera vida.

ESTATUS
Leyendo: Tras acabar Elric de Melniboné, arranqué con La Fortaleza de la Perla, el segundo libro de la saga de Elric (aunque se publicó después de acabar la misma). Se nota el cambio de estilo que han traído los años, pero es verdaderamente sólido y original. También estoy con El Mito de la Educación de Judith Rich Harris, para la charla del 17 de enero, y leyendo a Richard Wiseman, Bobby Duffy y Elliott Aronson (además de Elizabeth Loftus y otros) para el Proyecto de la Muerte (ver más abajo).
Comiendo: Victòria y yo probamos el otro día el restaurante Marilyn, en mi barrio, y fue exquisito. El tartar de salmón con guacamole espectacular. Tampoco quiero comer mucho más tras los empachos de las fechas 😀
Bebiendo: Demasiado.
Jugando: Vampire: Coteries of New York al final nos sedujo, y espero poder jugarlo junto con Victòria, ya que es una aventura de texto. Por otro lado, Shadow Tactics: Blades of the Shogun es una remasterización brillante del clásico Commandos, pero ambientada en el Japón del shogunato. Que queréis que os diga, me encanta, aunque el mando de la PS4 no es el mejor para este tipo de juegos.
Trabajo: Este mes de enero tengo que entregar el manuscrito de mi primer libro. Se llamará Por qué creemos en mierdas chorradas(me estoy peleando con el editor por el título :D) y me está sorbiendo la vida, como un vampiro que te visita cada noche, tomando un sorbo cada vez y manteniéndote débil y anémico, pero sin dejarte morir. Ahora entiendo lo que sufre la gente con las tesis.
Escuchando: Desde 1995 tengo una tradición, que como todas las que tengo es cojonuda. El último día del año me escucho la BSO de Días Extraños porque es un peliculón, porque es un pepino de BSO de su época, y porque no hay nada más adecuado para acabar el año que una peli centrada en el último día del milenio (mal contado, ya lo sé). Así que esto es lo que escucho mientas trabajo. Y os dejo la canción del final de la película, que es la cosa más de Nochevieja que hay para mí. Qué maravilla el condicionamiento clásico.
Feliz año también para ti y tus chicas Ramón. Gracias por tu chorreo constante de información, bibliográficas y tacos varios.
¡Abrazos!