No puedo alucinar más. Estas cosas no se le hacen a uno a las 6 de la mañana, cuando estás todavía medio dormido.
Resulta que en Argentina se ha puesto a debate una reforma de la Ley de Salud Mental. Y en su artículo 5 enfatiza la necesidad de usar terapias y tratamientos basados en la evidencia.
Por supuesto, los psicoanalistas se oponen. Su argumento es que usar tratamientos basados en la evidencia haría retroceder la psicología 50 años. Es difícil de creer el morro que tiene esta gente, dado que fue el legendario conductista Hans Eysenck el que ya dijo en los 60 que el psicoanálisis había retrasado 50 años el avance de la psicología, y tenía razón. Otros 50 años después, aún no han hecho una sola contribución, y tienen la desvergüenza de decir que se les tiene que seguir dando un púlpito desde el que excretar sus chorradas.
Esto es como si una asociación de homeópatas, una de practicantes de reiki y una de floristas de Bach se unieran para decir que usar medicinas adecuadamente validadas y procedimientos quirúrgicos probados hará empeorar la salud de la población. Es pretender abandonar los hospitales y volver a las cavernas. Es una gloriosa celebración de la ignorancia, es una fiesta del daño cerebral autoinflingido. Es autoconvencerse de que es mejor saber menos que saber más. Es como matar por la paz, como hacer orgías en defensa de la virginidad. No tiene sentido.
En el artículo que os dejo abajo podréis leer la respuesta de un compañero conductista, que incluye el disparate de manifiesto para que podáis comparar. La expresión «ser más ridículo que un psicoanalista argentino» ha tomado una nueva dimensión, os lo juro. Es imperativo impedir que esa gente y otros como ellos siga estafando a personas con terapias sin eficacia y modelos teóricos sin valor. Los psicólogos tenemos que defender nuestra profesión de estos mamarrachos, igual que los médicos deberían defender su práctica de las «medicinas alternativas» (la medicina alternativa que funciona es medicina a secas, y no alternativa), o los farmacéuticos deberían defenderse de la homeopatía. Hay vidas en juego.
Encima lo abanderan de «derechos humanos», mezclando, no sé si a proposito, cuestiones que no son lo mismo.
Pero claro, sal tú a decirles que es un Derecho Humano ser tratado con métodos basados en investigación, estudios repliables, y con evidencia de su eficacia y te saltarán a la yugular.
Aquí lamentablemente se han pasado de rosca y ahora todo lo que se abandere de Derechos Humanos es convertido automáticamente para las organizaciones sociales en algo más allá de la crítica razonable. Elevado a categoría de religión.
Y decir eso no es ir en contra de los DDHH en sí, ni de las valerosa luchas que hasta hoy mantienen por ejemplo buscando nietos las Abuelas ( más allá de Bonafibi y su lamentable e incoherente caída en actitudes autoritarias durante el gobierno kirchnerista), así como criticar a la religión no es ser amoral.
Lamentablemente aquí la Izquierda no tiene nadie equiparable a Eparquio Delgado, que supo llevar a razones y hacerles entender. No, en la Izquierda argentina hay tanta sinrazón y hasta asco por lo que, despreciativamente, llamarían «cientifisismo» , como hay buenas intenciones, que no dudo las tengan, como mucha gente conservadora, liberales o anarquistas.
Aquí reina el psicoanálisis completamente. En las carreras de Humanidades, más allá de Psicología en sí, se enseñan como lo máximo en nivel teórico al posmodernismo y el psicoanálisis. Pues claro, palos a Popper y esos, que la verdad no existe y todo es discurso. Así estamos.
Aunque no debería hacer falta, aclaro, que está crítica no significa estar de acuerdo el todo lo que se quiera modificar, ni se es de derecha, facha o «macri dictadura» (así se «califica» al último gobierno elegido). Lamentablemente hay mucha ceguera en estas cuestiones.
Lamento mucho ver que la situación allá es tan tan mala. Mis mejores deseos y suerte.