Cuando tienes un bebé, sabes que vas a dormir poco. De todas las cosas que comporta, esa es quizá la de dominio más común. Sin embargo, creo que es más agotadora la sensación de impotencia que el dormir poco en sí. La sensación de que no hay nada que hacer, y de que no sabes qué hacer. Al menos así es para mí.

Con 9 meses, Mónica odia dormir. Cada vez que la vas a poner a dormir grita (no llora, grita) como si la estuvieras rajando. A veces grita 30 segundos, a veces está 1 hora. Y no sabes por qué, ni sabes qué hacer. No entiendes por qué dormir parece resultarle tan horrible. Todo lo que nos dijeron o leímos que funcionaría (que si colecho y lactancia, que si las papillas de cereal por la noche, que si darle en los cereales una infusión de hierbas, que si que duerma boca abajo, que si hábitos) no ha cambiado nada. Mónica se sigue despertando una pila de veces por la noche, nunca sabes a qué hora va a dormir las siestas ni cómo de largas serán, y para ella dormir es, en general, un drama. A veces te duerme una mañana hasta las 10, otra hasta las 7, otra hasta las 9. No se puede saber.
Como digo, lo malo es eso, no saber. Porque además, no hay más que vendehumos en este ámbito. Por todos los lados. Y libros como el «Dormir sin lágrimas» de Rosa Jové se tendrían que llamar «Ajo y agua» o «Jódete y baila,» porque en realidad te dan mucha información sobre por qué te tienes que joder y dejar que el bebé haga a su bola. Y ya. Entiendo que eso es así, y que dormir es una habilidad que el bebé ha de aprender, pero entonces no vendas que tu libro tiene unas pautas que no tiene, porque en realidad las pautas se reducen a «échale paciencia y compra lotería, a ver si tienes suerte y el niño te duerme.» Si el bebé duerme es que el colecho funcionaba, claro, porque los watusis de Papúa hacen colecho y los bebés de allí no tienen ni cólicos ni noches toledanas. Si no duerme qué le vamos a hacer, es que cada bebé es un mundo y no se puede generalizar. Con lo cual, además, tienes la sensación perenne de que algo tienes que estar haciendo mal. Súper bien montado todo.
Todo el mundo intenta ayudar, claro, pero eso es imposible porque en primer lugar, sólo pueden hablar de su experiencia con su bebé, y en segundo lugar, ni ellos saben por qué era así y no de otro modo. Así tienes gente cuyos bebés duermen del tirón desde los 3 meses, gente que no ha dormido una noche entera hasta los 18 meses, y toda la gama entre medio. Todos te cuentan lo que les funcionaba, lo que no, y da igual porque (a) a tu bebé no tiene por qué funcionarle y (b) ni saben por qué funcionaba.
Mónica es un bebé maravilloso. Es una niña preciosa, es inteligente, es muy muy cariñosa y se ríe todo el tiempo, es muy feliz. Todo cuanto escribí aquí sigue siendo la verdad. Este no es un comentario sobre Mónica. Es un comentario sobre mi, y cómo la impotencia me quema más que el cansancio. Es un comentario sobre la pediatría que, en muchos casos ha hecho avances increíbles (y benditos sean esos doctores que salvan a casi todos los niños que nacen) pero que, para cosas cotidianas, a veces parece tan desorientada como los padres, y no puede hacer más que decir «ve probando a ver si pita la flauta.»
Como decía un humorista (creo que era Pedro Reyes, pero ahora no lo sé seguro), hemos puesto un hombre en la Luna y hemos partido átomos, pero nos seguimos quedando calvos.
Te voy a dar un consejo para estos casos. Bájale una botella de vino a tu vecino de vez en cuando porque le estás jodiendo la vida. No ayudará para que la niña duerma, pero ayudará para no tener un enemigo en el bloque.
Por cierto, si te crees que puedes conocer su grado de disgusto preguntándole por el tema vas dado.
Bueno, no tenemos vecino de abajo, así que por ahí no hay problema XD
Queda confirmado que tú no eres mi vecino de arriba. Me quedo sin botella.
Te entiendo muy bien. Tengo dos peques.
Yo concluí que lo que los bebés y niños muy pequeños no soportan es la angustia de separarse de sus protectores. Así que tomé la determinación de colechar. Me iba a la cama con mi bebé/niño/a, dándole teta hasta que se dormía o simplemente estándo a su lado, dejando que se acurrucase contra mí cuanto quisiera, y dormía con él/ella.
Es lo que mejor me fue con ambos. Puse una cama de 90 junto a la de matrimonio y durante 2 años y pico estuvimos durmiendo los 4 en la misma habitación, porque no era plan dejar al mayor afuera y que se sintiese excluido.
Así tuvimos alguna noche toledana. Aún las tenemos, es inevitable. Ya me dijo un compa de curro cuando anuncié mi primer embarazo que no iba a volver a dormir bien en la vida!!!!! El cabrón tenía razón!!!!!
Cuando decidí sacarles del dormitorio de papá y mamá puse una habitación para el mayor y le dije que podía dormir allí cuando quisiera y cuando quisiera con nosotros. Me dijo: ¡HOY!
No ha vuelto a dormir con nosotros salvo si está enfermo.
Luego añadí moví la cama de 90 para la peque a la misma habitación del hermano, y le dije lo mismo. Ella que idolatra a su hermano en un pispas decidió que esa era su habitación.
Aún así que si «agua», que si «pis», que si «miedo», que si «porque las princesas tienen el pelo largo»,… Y luego será que si se ha ido a la disco y aún no ha vuelto y ojalá no les haya pasado nada…..
Bueno, que en mi caso el problema era que, cuando eran menores de 2 años, si se duermen y descubren al despertar que les has dejado solos para ellos es un abandono terrible. Luego no quieren dormirse en ningún sitio por miedo a quedarse solos y se despiertan cada dos por tres para comprobar que estás ahí. A esas edades nos necesitan todo el tiempo, con todo lo duro que eso es.
La niña ahora está durmiendo en su cuna en su habitación y salvo noches raras (como la de ayer) va haciendo mejor. Yo estoy convencido de que empezar la guardería en septiembre le ayudará mucho, porque hay un montón de hábitos que le van a enseñar. A ver qué tal.
Si es cierto que aprenden hábitos, o más bien que doblegan con ellos.
No te engañes, aprender aprender aún aprenden pocas cosas. Es como si consigues que repita «coco» a base de decírselo y te crees que por eso sabe lo que es un coco.
En mi opinión se les exigen adaptaciones para las que no están preparados y ellos, como no les queda otra, se adaptan como pueden. O se desadaptan del todo y entonces tenemos el problemón.
Mis hijos fueron ambos a guardería desde los 5 meses y medio, por ser yo mamá trabajadora, y no aprendieron más que preferían estar conmigo. Ambos hablaron muy pronto y el mayor me decía que es que yo no le castigaba y le daba más besos.
Lo único que tienen es una sed insaciable de afecto y vínculos emocionales.
Si la llevas a una guardería con cuidadoras emocionalmente sensibles se sentirá mejor, pero quizás no «aprenda» tanto.
Mi mayor tuvo las mismas cuidadoras hasta los 3 años, una más cariñosa y una más sargento, pero ambas con discplinas férreas, y tengo clarísimo que el primer año de guarde para él fue una experiencia ingrata.
Mi pequeña tuvo más suerte y fue a una guarde con muchos mimos. Incluso cuando la vacunábamos le daban masajes en la zona del pinchazo para que no le doliese…
Para ella la experiencia fue menos ingrata, pero no grata. Y los tres primeros días de guardería se los paso llorando.
Suerte y quiérela mucho, es lo mejor que se llevan puesto.