Este post tenía que tratar de mis impresiones después de la semifinal de Famelab, y contar qué tal la experiencia, y recordaros que ahora ya podéis encontrar el libro en todas las librerías y también en formato ebook, y quizá un montón de cosas más. Pero claro, ha pasado algo mucho más importante.
Llevamos en casa en cuarentena algo más de una semana, desde el viernes pasado. Tratamos de adaptarnos a una nueva situación lo mejor que podemos, siendo quizá la parte más compleja el tener a dos niñas pequeñas encerradas en casa, y teniendo que intentar trabajar, hacer cosas de casa, cuidarnos y demás mientras las atendemos y tratamos de encontrar cosas para que no se suban demasiado por las paredes. Los niños acusan los cambios en la rutina poniéndose, en general, atacados. Las nuestras no son una excepción.
Es bueno aceptar claramente que esto no era como lo pensábamos los primeros dos días. Al principio, Victòria y yo pensábamos que podríamos avanzar montones de cosas pendientes por casa, hacer ejercicio, leer, pasar tiempo de calidad juntos, y demás. Quizá eso lo puedes hacer en cuarentena sin niñas pequeñas. La realidad es que el ajuste está llevando más tiempo. No dudo de que llegará, y vamos probando algunas cosas, y descartando lo que no funciona. Hemos hecho algunas de las cosas que planeamos, otras se han quedado en buenos deseos, otras han cambiado y se harán de otro modo. Pero aún quedan semanas de este confinamiento, y si entre todos logramos aplanar la curva de contagios todo ello habrá valido la pena.
En mi caso, el trastorno ha sido algo menor que en el de otras muchas personas, por lo que me siento afortunado. En las universidades en que trabajo se ha pasado toda la docencia presencial a online, lo que,en mi caso, se ha traducido a hacer las clases vía Skype, ya que mis grupos son de menos de 50 alumnos. Ha resultado ser una herramienta muy sencilla y conveniente, y de momento me está permitiendo seguir la actividad, aunque algunas actividades se tendrán que modificar. El trabajo en consulta no ha sido difícil de mover, ya que buena parte de esas consultas ya eran online. Eso sí, y de nuevo, es difícil hacer un espacio lo bastante privado para dar clase o consulta, pero se consigue gracias al esfuerzo de Victòria.
Una de las cosas que he hecho estos días es colaborar con Rocío Vidal, alias la Gata de Schrödinger, en un pequeño vídeo con algunas ideas útiles para manejar un poco mejor esta situación. Es breve, y trato de no extenderme mucho, después de todo.
Otra de las cosas que han aparecido ahora, si bien la grabé hace ya un tiempo, es una colaboración con mi querida Susana Escudero en su programa El Radioscopio, que es uno de los mejores programas de divulgación que podéis escuchar en radio. Este es un programa que trata sobre la mentira desde una perspectiva científica, y es un honor colaborar en ello. Podéis encontrarlo aquí. Espero que os guste.
Y otra cosa más que he hecho, aunque fue algo muy breve, es colaborar con John Tones y mi amigo Multimaníaco en este artículo para Xataka sobre cómo haces para seguir jugando a rol sin salir de casa. Dado que en uno de mis grupos habituales la mitad de los jugadores juegan desde fuera de Barcelona, y antes de eso tuvimos más de una larga campaña con una de las jugadoras en Madrid, la verdad es que algo de experiencia tenemos. No hay por qué dejar de aprovechar la tecnología.
Me gustaría contaros una pequeña historia. Bueno, es una historia grande, pero trataré de ser breve.
Hace mucho tiempo, entre los años 165 y 180, una plaga atroz asaltó el Imperio Romano. Fue conocida como la Plaga Antonina, porque esa era la dinastía reinante en Roma cuando ocurrió, o la Plaga de Galeno, por el legendario doctor que la describió. Parece ser que fue una forma de viruela o sarampión, no se sabe bien, que las tropas romanas pudieron traer de Oriente. Su letalidad era exagerada. En algunas zonas llegó a matar probablemente a un tercio de la población, y el ejército romano quedó completamente asolado. Pensad en esto: la plaga duró quince años. Muchos consideran que Roma nunca se recuperó del todo de aquella enfermedad, que mataba ricos y pobres por igual, y se llevó entre otros muchos a Lucio Vero, co-emperador junto con mi querido Marco Aurelio. En Roma llegaron a morir 2000 personas cada día. En total pudieron morir entre 10 y 18 millones de personas.
Si queréis dos resúmenes excelentes de lo que fue aquello y de cómo Marco Aurelio lo afrontó, los tenéis aquí y aquí. Son exquisitos.
Marco Aurelio perdió a su hermano Lucio Vero, y a uno de sus hijos. Millones de sus súbditos. Las guerras con los invasores germanos se recrudecieron. Y en todo esto, él recordaba una cosa, mientras finalizaba el diario que acabamos conociendo como las Meditaciones.
Ten siempre en mente una cosa: Todo esto ya ha sucedido antes. Y volverá a ocurrir — la misma trama de principio a fin, la misma puesta en escena. Recréalo en tu mente, coo lo conoces por la experiencia o la historia: la corte de Adriano, de Antonino. Las cortes de Filipo, de Alejandro, de Creso. Todo igual. Sólo cambia la gente.
Marco Aurelio
Nos gusta pensar que la historia humana se mueve en una dirección, pero la realidad es que la enfermedad se repite una y otra vez. La gripe de 1918m la peste bubónica, lo que queramos. Y como pensamos en ese progreso, cuando una cosa así ocurre sentimos como que el mundo se deshace. Pero esto tiene algo bueno: nos permite aprender, y cada vez ser mejores a la hora de afrontar esto. Quizá nuestros gobernantes han tardado en reaccionar, quizá debería haberse hecho otra cosa, no lo sé y nadie lo sabe y sólo lo sabremos cuando todo haya pasado y podamos realmente entender qué sucedió. Pero hay lecciones de otras veces que son eternas.
Ante una situación como esta, la clave del pensamiento de Marco Aurelio fue todos hemos de cooperar y tratarnos bien para salir de esta. Al final, es lo que nos salva. Decía:
Una enfermedad como esta sólo puede amenazar tu vida, pero la malicia, la hipocresía, el egoísmo y el miedo – estas cosas atacan tu humanidad.
Marco Aurelio
Podemos colaborar, y lo estamos haciendo. Nos quedamos en casa, y soportamos la incomodidad de hacerlo y la ruptura de nuestra rutina, para proteger a otros que podrían verse contagiados. Muchos ponen manos a la obra y colaboran ayudando de la manera que pueden y saben: ayudando a sus vecinos que lo necesitan, poniendo su conocimiento y habilidad en internet para que otros se beneficien de ello, instituciones que comparten libros, películas, música, educación, personas que hacen mascarillas y materiales, y por supuesto, aquellos cuyo deber es ayudar – sanitarios, policías, farmacéuticos, personas que abastecen los mercados para que podamos comer – y que cumplen impecablemente con ese deber.
Claro que hay personas que no colaboran. Claro que hay personas que rompen el aislamiento, o realizan conductas aparentemente absurdas. Pero eso no debe desanimarnos. Otros tienen el deber de encargarse de esas personas, y nosotros sólo podemos tratar de cumplir con nuestro deber para con nosotros mismos y los demás. Y la experiencia nos indica que si lo hacemos, saldremos adelante. Una y otra vez, la catástrofe nos ataca y lo superamos.
Como cuenta Ryan Holiday, en el año 180, habiendo liderado Roma durante la plaga, y habiendo ido más allá de todo deber, Marco Aurelio empezó a mostrar síntomas de la enfermedad. Con sólo unos días de vida por delante, puso sus asuntos en orden lo mejor que pudo, y sus últimas palabras fueron:
No lloréis por mí, pensad en la peste y en las muertes de tantos otros.
Marco Aurelio.
Puede parecer una manera sombría de acabar una entrada, y no es esa mi intención. Creo que lo que Marco entendió es que la conducta individual orientada a ayudar al resto era la más eficaz para mejorar la situación de todos, al margen de los riesgos que uno mismo pudiera correr. Que lo más que podemos hacer es recordar que somos mortales, que nada de lo que hacemos va a durar para siempre y que se nos puede arrebatar en cualquier momento. No podemos dar por sentadas a las personas a nuestro alrededor, nuestras cosas, nuestro modo de vida. Aceptar que todo es temporal es, quizá, la mejor manera de afrontar la situación y centrarnos en qué podemos hacer, y no en lo que ya no podemos hacer.
ESTATUS
Leyendo: Sigue la buena racha en este ámbito.
Una buena mezcla de ficción y no ficción. He leído dos libros más de Elric de Melniboné, El misterio del lobo blanco y La torre evanescente, y los he gozado como siempre. Ahora voy a empezar uno de mis libros favoritos, uno de los que me hizo psicólogo: Dune de Frank Herbert, en una soberbia edición ilustrada de Nova. Tiendo a releerlo en momentos de dificultad. Probablemente lo comente mucho por aquí. También he acabado The 4 hour worklife, un ensayo de Paul Skallas que sostiene la tesis de que el trabajo asalariado moderno es igual que ciertas formas de esclavitud en la antigüedad, cosa que no me sorprende. También ha habido cómic, los cuatro primeros númeors de Thorgal. Y debo mencionar Sanguijuela, de Javier Alemán, una excelente novela de vampiros.
Comiendo: Mucha comida casera, excelente. Eso sí, es probable que el movernos menos de lo normal se pague.
Bebiendo: Nada especial.
Jugando: Legend of Zelda: Link’s Awakening se acabó ya, y tiene un 10/10. Ha sido un disfrute de juego de principio a fin. Tengo parado el Shadow Tactics: Blades of the Shogun, y parece que se va a quedar ahí. Victòria y yo nos hemos acabado el Coteries of New York, una aventura de texto de Vampiro: La Mascarada que está fantásticamente escrita. Sólo hemos hecho la campaña con el personaje Ventrue, pero en un tiempo me haré el juego de nuevo con los otros dos. Muy recomendable.
Con alguna dificultad por la situación, pero sigo con Nobilis, y Vampiro: Chicago Nocturno. Parece que volveremos a jugar las noches de finde, como si estuviéramos en los 90.
Trabajo: Clases, clases, clases. Tratar de dejar todo listo para la Semana Santa.
Escuchando: La verdad es que ningún disco. Sobre todo canciones sueltas, mi atención ha estado dispersa, y en casa es difícil poner música por consideración con el resto de gente que vive conmigo.
Hola Ramón, te tengo una consulta. Una amiga viene sufriendo una aguda crisis de disonancia cognitiva debido a la cuarentena. Ella es del tipo pensamiento positivo, ley de la atracción, mentes millonarias, biodescodificación y un curso de milagros. Toda una doctora en ciencias magufas.
Mi pregunta es ¿crees que recomendándole ver tu conferencia «porque creemos en mierdas» logré algún resultado positivo en ella?
Gracias y continúa con tus conferencias en ese estilo tan fresco.
Quién sabe. Probablemente no, pero no pierdes nada por probar.
Gracias, probaré.
El programa del Radioscopio que trata sobre la mentira desde una perspectiva científica es una auténtica obra de arte.
Gracias 🙂