Mi mujer me preguntaba que cuándo empezaba de una vez a explicar cómo hacíamos para no jodernos la vida y cambiarla. Juro que llegaremos a eso, pero es necesario entender primero cómo luchamos contra nosotros mismos a un nivel biológico. Pero llegaremos. Esta va a ser una serie larga.
Ya hemos visto dos maneras en las que nuestra mente está dividida contra sí misma y nos sabotea, nos dificulta cambiar y nos jode la vida:
- Muchas partes de nuestro cuerpo no están controladas totalmente por el cerebro. Incluso tienen su cerebro propio.
- El Jinete no siempre sabe por qué hacemos las cosas, y cuando no lo sabe, confabula para crear una explicación, lo que nos dificulta entender nuestra conducta.
Vamos con las otras dos divisiones.
III. VIEJO CONTRA NUEVO.
El cerebro no se hizo de una sola vez, y eso se nota. La evolución, dado que no hay un diseñador detrás de ella, no crea las cosas de acuerdo con un plan. La mejor manera de entender esto es pensar en tu casa, o en otras casas.
Si miras una casa nueva, verás que todo encaja a la perfección, porque había un sólo arquitecto preocupándose de que todo encajara. En cambio, si miras una casa antigua, anterior a 1900, es muy probable que no esté hecha de una sola vez. Es muy probable que veas que hay partes y habitaciones que se añadieron poco a poco, quizá se cerró un porche para hacer una cocina, quizá se dividió la casa para hacer apartamentos, y a menudo el resultado es un batiburrillo de estilos, diseños y demás.
El cerebro se ha ido haciendo a trozos, desarrollando funciones y estructuras a medida que las variaciones ambientales iban seleccionando diferentes capacidades. Bueno, las capacidades nuevas y las antiguas no están diseñadas para trabajar en equipo, y se nota.
El cerebro empezó con 3 habitaciones: el tronco (conectado a la médula), el cerebro medio y el anterior, conectado a los órganos sensoriales. El cerebro evoluciona sobre todo hacia la parte frontal, y va añadiendo estructuras que permiten el razonamiento, la planificación y cosas así. Los primeros mamíferos empezaron a desarrollar el hipotálamo (implicado en los impulsos básicos y la motivación), el hipocampo (crucial en la memoria), y la amígdala (que tiene que ver con el aprendizaje emocional y las respuestas emocionales). Estas estructuras forman el sistema límbico (del latín limes, porque en ese momento definen el límite del resto del cerebro, en torno al cual están como enrollados).
Seguimos evolucionando. Aparecen los animales sociales (sobre todo los primates), que desarrollan una estructura nueva en torno al sistema límbico, llamada neocortex. Esta es la materia gris de la que tanto habéis oído hablar. La capa más nueva y externa del cerebro, que alberga las funciones más avanzadas. La parte frontal es la más interesante, porque no parecía estar dedicada a nada concreto, sino a hacer asociaciones, planes y demás.
¿Es esto, esto es el Jinete, el córtex frontal? Parece como si pudiéramos establecer claramente que el córtex es el asiento de la razón y el sistema límbico el de la emoción, lo cual nos sitúa guapamente por encima de los demás animales. Suena molón, ¿eh? Bueno, veamos qué pasa cuando se daña.
En el año 2003 un profesor empieza, con 40 años, a visitar prostitutas, navegar por páginas de pederastia en la red, y hacer proposiciones a menores. Es arrestado. El día antes de la sentencia va al hospital quejándose de cefaleas y un deseo constante de violar a su casera (su mujer le había echado de casa). De hecho, mientras hablaba con el médico les decía a las enfermeras que pasaban que si querían follar. Bueno, le hacen una resonancia y encuentran un tumor masivo en el lóbulo frontal que estaba estrujando todo lo demás, impidiendo que el prefrontal hiciera su trabajo de poner barreras a su conducta. Quitas el tumor y la hipersexualidad se desvanece. Más aún, el tumor reapareció el año siguiente y los síntomas volvieron, para irse cuando se volvió a extirpar.
El problema con la separación de córtex = razón y sistema límbico = emoción es que, en realidad, el córtex frontal permite que tengamos una mayor emocionalidad, más compleja y rica. La clave está en la parte de abajo del córtex frontal, el córtex orbitofrontal, lo que cae justo por encima y detrás de nuestros ojos. Esta parte está implicada en las situaciones en las que puede haber una recompensa o un castigo a la conducta. Si te sientes atraído por una comida rica, o una persona atractiva, o repelido por algo asqueroso o una canción de Justin Bieber, eso es tu córtex orbitofrontal. Esa es una respuesta emocional, y sin esa estructura, perdemos la mayor parte de nuestra vida emocional. Los pacientes con daños en ese área reportan haber perdido la capacidad de sentir emoción cuando deberían (lo cuál se ha verificado por la falta de reacciones corporales asociadas a la emoción), pero sus capacidades intelectuales y sociales están intactas.
Ya imagino a algunos de vosotros, pajilleros, pensando que eso tiene que ser la pera. ¡Libres por fin de la emoción, tomando sólo decisiones racionales y correctas! El sueño húmedo de muchos frikis, ser como el señor Spock. Mal, imbéciles, mal.

Estas personas se vuelven incapaces de tomar decisiones o de hacer planes, y sus vidas se van a la mierda. ¿Por qué? Porque cuando miran al mundo y todas las opciones que tienen, carecen de preferencia por ninguna de ellas. No pueden elegir una comida u otra, porque todas dan igual. No tienen preferencia por un plan de ocio u otro, ¿qué más da? Es más, ¿para qué hacer planes?
Cuando hemos mirado nuestras opciones, antes de ser conscientes de ellas ya hemos elegido, en realidad, porque a menudo nuestro córtex frontal ha designado una de ellas como la mejor. Sólo tenemos que razonar cuando hay 2-3 opciones que parecen similares. La racionalidad humana depende de manera crítica de una vida emocional compleja. Y claro, cuando apareció el Jinete, el Elefante también se volvió más inteligente y difícil de dominar.
IV. CONTROLADO CONTRA AUTOMÁTICO
Las palabras tienen efectos increíbles sobre nosotros, y no nos damos cuenta. Por ejemplo, exponer a sujetos experimentales a palabras relacionadas con la vejez hace que anden más despacio, si las palabras se relacionan con profesores hace que jueguen mejor al Trivial, si las palabras se relacionan con hooligans de fútbol la gente se vuelve más estúpida. Esto es así tanto si somos conscientes de haber visto las palabras como si no. De acuerdo con John Bargh, el pionero en estas investigaciones, esto muestra cómo en realidad la mayor parte de los procesos de nuestra mente son automáticos y no tenemos acceso a ellos, pudiendo nuestra conducta verse modificada por variables ambientales de todo tipo sin que nos demos cuenta. Y eso es así porque el proceso consciente y controlado consume una enorme capacidad y cantidad de recursos, y el cerebro prefiere emplearlos en otras cosas. El cerebro sólo puede ejecutar un proceso controlado cada vez, pero puede y tiene muchos procesos automáticos corriendo en paralelo, todo el tiempo.
El procesamiento controlado requiere lenguaje. El lenguaje, como hemos visto, es un invento nuevo. Nadie sabe cuándo empezamos a hablar, puede ser cualquier fecha entre hace 40.000 años y 2 millones de años, da igual, porque en términos de la evolución es un parpadeo. O lo que es lo mismo: el software que controla nuestros procesos automáticos (el Elefante) lleva millones de años refinándose, mejorando y haciéndose muy bueno en lo que hace, pero el software que tratamos que consiga el control racional sobre nuestra conducta, el Jinete, está aún en la versión 1.0, apenas acaba de dejar de ser una beta. Funciona bien, pero hay todavía muchos bugs, muchos fallos. Esto es lo que explica por qué tenemos ordenadores que hacen cálculos matemáticos o juegan al ajedrez muy bien, pero ningún robot puede moverse por un bosque con la habilidad con la que mi hija de 2 años se movería, por no hablar de un crío de 6 años, porque el software que maneja nuestro lenguaje es rudimentario pero nuestro control motor y perceptivo es simplemente soberbio. Cuando evolucionamos para tener un lenguaje, el resto del cerebro no cambió para entregar las riendas del Elefante al Jinete: el Jinete evolucionó para servir al Elefante. La mente consciente sirve a la inconsciente, y no al revés, y entender esto es absolutamente clave.
Una de las cosas buenas que trajo el Jinete es que nos liberó del control de los estímulos. Los conductistas pensaban que todos los animales (humanos incluidos) veían su conducta gobernada por simples asociaciones estímulo-respuesta, el perro de Pavlov y todo eso. Si el sexo y la comida te dan descargas de dopamina, es normal que busques tener sexo o comer comida dulce, aunque no sea adecuado en ese momento.
Pero los conductistas se equivocaban, porque el lenguaje nos permite formular planes a largo plazo, más allá del estímulo inmediato, y escapar de esa trampa. Podemos imaginar estímulos no presentes que gobiernen nuestra conducta.
Al final, tenían parte de razón, los conductistas: el sistema del Jinete no se conforma a los principios conductistas, pero el Elefante sí, y el Jinete tiene poco poder para gobernar al Elefante. El Jinete no controla, es más bien como un consejero, porque el control automático es el que tiene el dedo en el botón de la dopamina y el que controla las sensaciones de placer y dolor. David Hume ya lo dijo, y Jonathan Haidt nos lo recuerda:
La Razón es, y sólo debería ser, esclava de las pasiones, y no puede pretender tener otro oficio que servirlas y obedecerlas.
Así que vemos que el Elefante y el Jinete no están hechos para colaborar en perfecta armonía: cuando lo hacen, somos brillantes y magníficos, pero a veces chocan, y en estos casos, el Jinete es el que suele perder. Sin embargo, hay 3 situaciones cotidianas que nos muestran cómo el Jinete puede apuntarse victorias, y es lo que vamos a usar para empezar al fin a ver cómo cambiar nuestras vidas.
Es que en el tema de las emociones tenemos una cierta carga cultural especialmente relacionada con la religión, aunque no exclusivamente. Lo que nos lleva a idealizaciones como Spock es la idea de que, al margen de nuestros intereses y decisiones, hay una especie de «plan» cuyo cumplimiento ha de cometerse, independientemente de nuestra voluntad. Cuando aún se suponía que existía Dios o la tribu era sagrada, tuvo sus buenos defensores, pero ahora estamos huérfanos, y algunos se han creado un supuesto racionalismo que vendría a ejercer la misma función para poder decir las mismas zarandajas. Lo que es una contradicción, pues si uno no sintiera el placer de haber hecho algo por la causa que toque, ¿cómo la haría en primer lugar?
Lo que dices en el cuarto punto es el probable origen del mito de que usamos sólo una pequeña parte del cerebro, que este año ha tenido su caché en el bodrio de Luc Besson.
Todo esto es básicamente correcto. La clave es que ahora sabemos más como para poder compensarlo.
De hecho, yo estoy deseando saber más.
Leía y me acordaba de esto. https://youtu.be/NfcH1jcaz6g