
Vamos a hacer amigos.
El 29 de marzo hubo huelga general. No voy a hablar de los datos, ni de las imbecilidades que los políticos y los medios de comunicación han dicho, al menos no hoy. Voy a hablar de ti. Por eso he esperado tiempo para hablar de ello, porque no quería que este post se ahogara en el mar de posts más o menos oportunistas sobre el tema. Y porque he tenido otras cosas que hacer, también.
Hace tiempo que digo que aunque la cultura popular no te interese, tú le interesas a ella. Muchísimo. Y en pocas situaciones veremos más el impacto que a raíz de esta huelga general.
Vamos a recapitular un poco, ¿sí?
La reforma laboral que se acaba de aprobar no es en sí, nueva, es la culminación de un largo proceso de destrucción de los derechos de los trabajadores y del estado del bienestar, como se demuestra aquí y aquí. Si no lo has leído, léelo antes de seguir aquí. Te estaré esperando.
¿Ya has acabado? ¿Te lo has leído todo? Bien, pues vamos a hablar de medios y de narrativas.
En esto de las huelgas aún tenemos muy inculcada la retórica del siglo XIX de la lucha de clases, y al mismo tiempo la detestamos. No queremos creer en la lucha de clases porque eso es de obreros, y aquí obrero no es nadie. Todos tenemos un título universitario, un master o más de uno, y eso de currar de obreros no va con nosotros, porque somos clase media, ¿verdad que sí?
Así que cuando los sindicatos dicen «eh, chicos, vamos a hacer huelgas y todo eso que nos están atacando en los derechos» mucha gente se revuelve y dice que ellos no participan en la huelga porque ellos están en contra de los sindicatos. O que irán a currar y luego a la manifestación, que es más seguro. O que van a la manifestación pero que cuando llegan los sindicatos se piran, «porque no les representan.»
Oigo esas capulladas y me doy cuenta de que cuando los amos del capital decidan que es hora de reinstaurar la servidumbre de la gleba, estos capullos, que son mayoría, se dejarán marcar y poner el collar encantados. Luego eso sí, irán al bar a quejarse. Pero sin resistencia.
Como siempre, el error fundamental en esos mensajes es que esta huelga no trata sobre ti. Nada trata sobre ti, por más que quieras.
Tú no tienes que estar de acuerdo con un sindicato para ir a una huelga. Tu opinión sobre los sindicatos no importa para la huelga. A los sindicatos no los valida el seguimiento de la huelga, los valida el número de afiliados. Ir a una huelga implica estar en desacuerdo con una reforma laboral, te guste el sindicato o no. Tu gusto es irrelevante.
Si el sindicato no te gusta y te vas de la manifestación cuando llegan los de los sindicatos, estás haciendo el subnormal porque lo que cuentan son las cabezas presentes, y nadie se pone a discutir de quién es cada cabeza. O sea, que si te vas, debilitas tu posición y la de todos, porque es más fácil argumentar que eran 4 perroflautas.
Pero lo que de verdad evidencia que no has entendido nada, pero nada, es cuando dices que «yo voy a currar, pero luego a la manifa.» La manifestación es secundaria, y tiene la misma trascendencia que los culés que van a celebrar la fiesta a Canalejas. Lo que cuenta, el elemento de presión, lo que cuesta dinero es la huelga, el no ir a trabajar. Porque eso es lo que cuesta dinero. Si vas a trabajar, que vayas a la manifestación o te vayas de cervezas es igual, porque tu empresa no se ha visto afectada y en su momento, no presionará a los políticos. Que te manifiestes sale gratis, y además los gastos los vas a pagar tú igual. Si un país se paraliza, los políticos escuchan. Nadie escucha las manifestaciones, porque sirven fundamentalmente para que todos los que van se sientan súper bien.
Pero claro, esas son las cosas que no comprometen tu identidad, que no arriesgan un fracaso. Son las cosas que puedes decir en el bar o en Twitter, y quedar súper chachi, porque no tienes que hacer nada.
Si no te gusta el sindicato, afíliate y cámbialos desde dentro. Así de fácil y así de difícil. Nada curiosamente, la mayoría de personas que ponen el argumento de «no me representan los sindicatos» no están afiliados porque eso es de obreros, y de pobres. Ah, vaya, ¿que es trabajo? ¿Que es difícil? Qué cosas.
Si te parece que la reforma está mal, échale valor y haz huelga de verdad. Porque si suficiente gente lo hace, el mensaje que llega es «quizá no os vote la próxima vez» y ese es el único mensaje que puede preocupar a un político. Ah no, que es un riesgo: por supuesto, es mejor quedarse en casa a ver si así no me despiden hoy, a cambio de la certeza absoluta de que mañana me podrán despedir por tener una apendicitis y juntar suficientes días de baja. Es muy lógico.
Y por supuesto, la medida final: has probado 2 partidos diferentes durante la historia de nuestra así llamada democracia. Ambos han sido incapaces de hacer nada bien, salvo crear burbujas, corrupción, y esquilmarte. Cada 4 años sin embargo tú te quedas en casa sin votar o votas a uno de los dos, con lo que en la práctica les dices «quiero otro plato de esto, buen trabajo.» Piénsalo: al PP lo han votado 3 de cada 10 españoles votantes, que son los mismos, por cierto, que le votan elección tras elección. 4 de cada 10 españoles no votan. Pasmoso ¿eh? Sorprendente que todo siga igual.
Pero claro, todas estas medidas requieren hacer algo, no hablar de ello: todo esto requiere poner tu identida a prueba, mostrar si eres quien dices ser. Enfrentados a esa prueba, la mayoría fallan.
Eso sí, en otros aspectos de nuestra identidad no hay problema. A ver cuándo se vacía Canaletas un día que gane el Barça, o la Cibeles en Madrid.
Les he mandado el enlace de tu blog a mis compis de curro, a ver si lo captan.
No lo captarán. Probablemente les ofenderá. Porque en realidad, las probabilidades de que alguien cambie su conducta por leer algo en un blog son escasas.
En lo de los partidos es que lo clavas, pero es también la decepción: votas a un tercer partido y ves que no se comen un moco y no sirve de nada. Eso sin contar con los adictos al partido de turno, el cual votarán aunque les sacrifiquen un hijo a una deidad oscura, con tal de que no gane el de los otros.
Pero es que esa decepción ha de superarse, porque tu decepción personal o tu alegría personal no importan: estás participando en algo más grande que tú.
Pero en un tiempo de narcisismo rampante, ve tú a pedirle al ciudadano medio que comprometa su ego ante algo más grande.
Lo entiendo, pero es que la decepción también es algo más grande que yo. Todos los votantes que «experimentan», por así decirlo, se quedan chafados.
Totalmente de acuerdo en todo lo que comentas, pero con matices en la parte final. No comparto para nada eso de PSOE = PP. No niego que ambos han cometido errores y que el PSOE no ha sido lo suficientemente valiente y traicinó a muchos de sus electores con la anterior reforma laboral. Pero no se puede negar la apuesta que el PSOE hizo por el desarrollo del Estado de Bienestar durante la década de los 80. Por otro lado el PSOE de Zapatero ha desarrollado los tan atrasados derechos sociales en España (ley de matrimonio homosexual, ley del aborto).
Y al igual que comentas que si no te gustan los sindicatos te puedes afiliar y cambiarlos desde dentro, igual se puede hacer con los partidos.
Salud!
Y ademas, mañana todos a Madrid con los mineros que son los únicos que se han atrevidoa a levantar la voz , en este rebaño de ovejas serviles.